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«La
tutoría religiosa
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19/07/2018 Raúl Fernández Sosa
Delegado del Sindicato PIDE

El
próximo curso escolar los profesores de Religión
podrán ser tutores para compensar horas. Con esta nueva
ocurrencia de la Consejería de Educación, la función
tutorial vuelve a ser, una vez más, ninguneada. Y es
que las tutorías, junto con otros elementos del currículo
educativo como pueden ser la educación ética,
la musical o la artística, las labores de gestión
y de dinamización cultural de las bibliotecas, siguen
siendo consideradas por nuestros gobernantes como monedas de
cambio con las que rellenar horarios, meros instrumentos al
servicio de intereses espurios que nada tienen que ver con el
desarrollo pleno de la personalidad de nuestro alumnado.

Al
instrumentalizar la función tutorial, la Consejería
de Educación del actual Gobierno de Extremadura compromete
no sólo la calidad de la educación sino también
el pilar fundamental de la convivencia democrática en
la escuela y en la sociedad. Una de las grandes virtudes que
atesora la educación pública es la defensa de
las minorías y la celebración de la diversidad
como elemento enriquecedor del aprendizaje y de la convivencia.
¿Qué ocurrirá cuando un docente religioso
tenga que atender en sus tutorías a un niño que
sufre bullying por ser afeminado, o a una alumna trans que lleva
toda su vida escolar sufriendo por no identificarse con su sexo
biológico? ¿Qué pasará cuando un
tutor religioso, que defiende en sus clases que el aborto es
un asesinato, tenga que atender a una adolescente que se ha
quedado embarazada? ¿Qué información dará
en relación con la planificación familiar y el
uso de métodos anticonceptivos? ¿Qué labores
de mediación realizará este tutor o tutora con
la familia y con el Departamento de Orientación? ¿Cómo
atenderá y comprenderá el sufrimiento del que
sufre porque es diferente?

Todas
estas preguntas son pertinentes porque los obispos católicos,
del que depende el puesto de trabajo de esos profesores que
van a desempeñar funciones tutoriales, se han posicionado
en contra de la Ley de Matrimonio igualitario, la Ley Orgánica
de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria
del embarazo o la Ley LGBTI extremeña, leyes que brotaron
de la soberanía popular y que defienden a minorías
sociales que están presentes en todas nuestras aulas.
¿Qué harán los tutores religiosos, entonces?
¿Se convertirán en objetores de conciencia, como
muchos de los alcaldes católicos que se negaban a casar
a personas del mismo sexo? ¿Les dirán a los niños
que sufren acoso homofóbico y a sus familias que hablen
con Dios y guarden silencio?

Todos
los docentes, al margen de sus creencias morales y religiosas,
deben hacer cumplir las leyes y, en especial, aquellas que protegen
al alumnado y a sus familias de un sufrimiento innecesario.
Proteger a las minorías a las que la Religión
condena al ostracismo es hoy uno de los grandes objetivos de
nuestro sistema educativo. No solo es ilegal no promover el
cumplimiento de estas leyes en los centros educativos, sino
que, además, infringirlas va en contra de los fundamentos
éticos de nuestro sistema constitucional. Es necesario
recordar, frente a la ignorancia ético-filosófica
que ha promovido la LOMCE, que el filósofo John Rawls
defendió en 1979 que la justicia es una cuestión
de equidad y que solamente puede cumplirse cuando todas las
personas tienen igual derecho al más amplio esquema de
libertades fundamentales que sea compatible con un sistema similar
para todos. En el caso que nos ocupa, esto solo puede conseguirse
si la educación pública se encarga de defender
las identidades minoritarias, entendiendo que las desigualdades
económicas y sociales que afectan a nuestro alumnado
tienen que estar dirigidas siempre para el mayor beneficio de
los miembros más desfavorecidos de nuestras aulas. Las
tutorías deben ser garantes de esta condición
de la equidad educativa.

¿Quién
velará, pues, para que el profesorado cuya fe religiosa
está en contra de estas identidades diferentes y minoritarias
sacrifique sus creencias personales para defender al alumnado
más desfavorecido por su condición de género,
de identidad o de orientación sexual?
.