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«La
amenaza de los titanes»

13/11/2019 Raúl Fernández Martínez
Delegado del Sindicato PIDE

Los
titanes que precedieron a los doce dioses olímpicos simbolizaban
las fuerzas oscuras de una naturaleza enemiga de la civilización.
Se trataba de deidades castradoras que, como Cronos, devoraban
a sus hijos. En nuestro mundo se están desatando fuerzas
igualmente oscuras y tiránicas. Bajo un aparente velo
religioso, esconden la barbarie inherente a las potencias desterradas
al inframundo gracias al imperio de la ley y de la democracia.

Algo
así representa el pin parental, una amenaza que pretende
erosionar a la escuela pública, sumida en una crisis
que hunde sus raíces en la desconfianza y en el miedo
creciente de la sociedad hacia uno de sus pilares constitutivos.

A
este respecto, la Secretaría General de Educación
ya ha advertido a los directores de colegios e institutos de
que es ilegal que las familias impidan la impartición
de contenidos relacionados con la educación afectivo-sexual,
la igualdad de género o la lucha contra la xenofobia.
Fuera de Extremadura, son muchas las entidades que han denunciado
que el pin parental de Vox y de Hazte Oír es una monstruosidad
que quiere evitar que los niños sean educados en el respeto
a los derechos humanos y al colectivo LGTBI.

Detrás
de toda esta campaña se esconde un objetivo aún
más pernicioso: hacer creer que nuestras escuelas arrancan
a los hijos de sus familias adoctrinándolos, como si
la democracia española fuera un régimen totalitario
que quisiera imponer un orden nuevo frente al cual hubiera que
defenderse. Sembrar esta semilla de odio y de desconfianza atenta
contra la autoridad del profesorado y del mundo público
al que representa.

Hannah
Arendt nos enseñó que la escuela es una esfera
intermedia que intercalamos entre el mundo público y
el dominio privado del hogar con el fin de que los jóvenes
puedan caminar libremente de la familia al mundo en el que han
de convivir como adultos. Esta transición solo es posible
cuando se les permite aprender los valores constitucionales
compartidos que definen la esfera pública, valores que
se materializan en un Estado social y democrático de
derecho que es, precisamente, quien exige la asistencia de los
niños a la escuela. Maestros y profesores tienen la responsabilidad
de enseñarles a los niños cómo es nuestro
mundo compartido. Si las familias o el Estado coartan su libertad,
se elimina también su autoridad, que no es otra que su
responsabilidad intransferible para con ese mundo en el que
todas las personas deben tener derechos. En tanto que esfera
intermedia entre lo privado y lo público, la escuela
debe proteger a los niños, tanto de sus familias como
del Estado. Prohibir esta responsabilidad a través de
iniciativas perversas como la del pin parental es impedir que
los profesores ejerzan su competencia para transmitir su conocimiento
del mundo y del bagaje necesario para desenvolverse en él.
Y esto es tanto como decirles a los niños: nos lavamos
las manos, somos inocentes con respecto a vuestra suerte o con
respecto a un mundo del que no podemos hacernos responsables.
Si sois devorados por vuestros padres o por el mundo, no vengáis
a pedirnos cuentas
.

*Profesor
de Filosofía y delegado de PIDE