Ya
me cansé de estar callado. Me siento un esclavo que tiene
que realizar su trabajo mal pagado con sumisión, de lo
contrario: el castigo. Me siento sometido a la voluntad de los
adolescentes q ue intento educar, cuando ellos quieren; porque
son los que deciden si una clase se imparte o no. Seamos justos,
de una clase de 25 alumnos de ESO alrededor de 6 ó 7
deciden que «hoy no das clase», y lo malo es que
en la mayoría de las ocasiones, mañana tampoco.
Quizá esta realidad no sea tan cruda en muchos centros,
pero llegará, en breve, a todos. Lo que sí es
denominador común ya en casi todas las aulas de Secundaria
es el murmullo permanente del alumnado, en el que la voz del
docente tiene que buscar, por caridad, espacios para desarrollar
su trabajo.
Jamás
pensé que me plantearía el abandonar la docencia,
pero el tiempo ha pasado y todo es diferente: el centro es el
feudo de los niños; la Administración es la aliada
de los padres; los sindicatos, o mejor dicho sus dirigentes,
preocupados por su propio beneficio y nosotros, los docentes,
esperando a que nos manden callar y nos den órdenes.
Después, hay que joderse, sindicalistas desconocedores
de su propia realidad sindical vienen por los centros para explicarnos
cómo nos protegen; que vengan sus dirigentes si tienen
vergüenza.
Nos
engañan. Bajo el apelativo de «apoyo escolar»
se inició este año un proyecto piloto para dar
clases particulares a los niños de ESO por las tardes.
Participan en esta iniciativa ministerial tres centros, para
ellos pidieron profesorado voluntario que se encargara del plan;
al final algunos compañeros incautos aceptaron siguiendo
el olor del dinero. Cuando pase el tiempo que estimen oportuno
evaluarán el proyecto. El proyecto ahora es voluntario
porque está a prueba, si se generaliza se convertirá
en obligatorio y Secundaria volverá a tener clases por
las tardes; ¿pero no os dais cuenta! Las clases particulares
las deben pagar los padres, no el centro. Ahora creo saber por
qué los docentes extremeños son los peor pagados
de España: derroche económico para ordenadores
en el aula, dinero a espuertas para proyectos fracasados…
Sigan ustedes empezando la casa por el tejado, que así
nos luce el pelo a todos.