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«Sociedad
y Educación»


18/03/2005
Fernando
Cabrero Rubio
Delegado del Sindicato PIDE

¡Qué
bonita la profesión de maestro/a!¡Qué satisfactorio
el poder educar a una persona, descubrirle la belleza de una
poesía o el poder del diálogo razonado! ¡Qué
arte el educar en la libertad, la responsabilidad y la crítica
del conocimiento!¡Qué responsabilidad el desarrollo
de la autonomía personal, del respeto colectivo, de la
autoestima de cada cual, de la justicia y del placer por saber
para mejorar y compartir!¡Qué aventura la de la
construcción de unas relaciones interpersonales dentro
de un grupo, la valoración del otro/a , de sus diferencias
y sus dificultades!….Sí, tan interesante y básica
para la sociedad como minusvalorada en la escala profesional
de nuestra injusta y jerárquica estructura social. Perdida
en la vorágine consumista y violenta de unos valores
sociales transmitidos en la realidad diaria por medios de comunicación,
videojuegos, juguetes, películas, juegos de ordenador,
guerras preventivas y estrés sociopaternal, fomentando
la dependencia y la inmadurez socioafectiva.
Aunque después, quizás por un complejo de culpabilidad
mal disimulado, esta misma sociedad desestructurada en lo básico
por unos intereses económicos claros, se rasga las vestiduras
ante los preocupantes datos de fracaso escolar, de violencia
adolescente o de pérdida de valores básicos para
una convivencia cimentada en el respeto mutuo. Entonces esta
misma sociedad es la que toma medidas rápidas y poco
reflexivas a espaldas del colectivo docente, queriendo convertir
al maestro/a (de todos los niveles educativos) en vigilante-educador:
la demanda social creada “exige” la transformación
del maestro/a en cuidador/a de recreos y pasillos, en vigilante
de ordenadores, en sereno de cancelas, puertas y vallas. Convirtiendo
los centros educativos en centros de reclusión alumnar
donde se debe seleccionar al alumnado y socializarlo, enseñar
y educar a aquellas personas de menor edad que la sociedad de
consumo con sus lucrativos programas televisivos, de series
juveniles superficiales y violentas, sus modelos transmitidos
por los “educativos” juegos de medios varios (gameboy,
ordenador, playstation, cine,…) y las desigualdades sociales
que padecen en sus vidas diarias se ha encargado de desestructurar
personalidades, inculcándoles unas actitudes contrarias
a las que luego se pretenden conseguir con el trabajo en las
aulas, promocionando personas inmaduras, inseguras y dependientes.
Es en este clima, a partir de esta realidad donde se producen
los casos de violencia y acoso entre iguales en las aulas, el
últimamente conocido con el anglicismo “buylling”:
un alumno/a es acosado/a insistentemente por un grupo de compañeros/as
del centro, es intimidado, insultado, ridiculizado, agredido
en su dignidad, cuestionado en sus capacidades. Socavada su
autoestima, infravalorado/a entre sus iguales, modificando sus
relaciones sociales y consiguiendo que esa persona conciba el
aula como un sitio de tortura y discriminación. El evitar
estos casos es una responsabilidad colectiva, primero de sus
compañeros/as, luego de sus profesores/as, también
de su familia, pero en último caso de nuestra sociedad
que realmente lo que enseña, lo que fomenta como ente
global, es la discriminación, la intolerancia, la injusticia
social, la violencia, el abuso de poder, la insolidaridad. Por
muchos colectivos, ONGs y particulares que parcheen la ineptitud
de los gobiernos y la inhibición como protagonistas de
sus propias vidas de los ciudadanos/as, la solución está
en la EDUCACIÓN, sí, en la educación, en
las escuelas, en los institutos, en los centros sociales, y
en sus profesionales para poder cambiar esta sociedad desde
su base, desde su raíz, cambiando prioridades y actitudes
para poder cambiar los valores sociales y sus hipocresías;
para cambiar el dinero y sus influencias por la cultura y las
suyas, la cultura de los pueblos y sus valores de convivencia
y respeto auténticos. Para ello se debe cambiar el sistema
educativo y para cambiar este sistema se debe preguntar a quien
sabe de educación: a las maestras, a los maestros, conocer
sus prioridades y sus necesidades en el día a día,
escucharles, aprovechar su experiencia. Valorar su trabajo de
educadores/as de generaciones futuras, de sociedades felices,
dejarles desarrollar su “arte de educar”, proporcionarles
autonomía verdadera para poder educar en la búsqueda
de una libertad compartida, del placer del conocer y relacionarse,
de lograr independencia personal tanto en lo académico
como en lo personal para desarrollar personas maduras y responsables.
Con la madurez intelectual y emocional suficiente para enfrentarse
a problemas y poder resolverlos con el diálogo y el razonamiento.
Apoyarles en su autoridad de maestros/as, de educadores/as,
dejándoles hacer su trabajo y valorarlo como imprescindible
para la salud de nuestras mentes, de la sociedad, como dignos
herederos de los maestros socráticos que sólo
sabían que no sabían nada, que el conocimiento
se construye cada día y que se construye entre todos/as.
Y para ello es imprescindible paralizar el acoso sociolaboral
al maestro, que no es un acoso entre iguales, no es “buylling”.
En este caso es el acoso de una sociedad entera que mira a las
aulas para que allí se arregle lo que la sociedad en
general y sus intereses socioeconómicos en general se
encargan de desarreglar, sin plantearse disminuir el número
de alumnos/as por aula (en Extremadura necesitamos al menos
2.000 maestros más), sin cuestionarse si la invasión
de ordenadores en las aulas ha sido perjudicial pedagógicamente
hablando ( el ordenador condiciona la labor educativa y la comunicación),
sin implicarse socioeconómicamente en buscar soluciones
definitivas, sin preguntar por las necesidades y prioridades
reales de los centros, los alumnos/as y los maestros/as, sin
apoyar realmente los desdobles y los apoyos, sin favorecer un
contacto real entre las familias y las aulas, sin saber aprovechar
la experiencia de los profesionales. Vivimos una profesión
acosada y más aún desde la propia administración,
pudiendo llegar en determinados casos como es el del colectivo
docente interino a un acoso constante de unos trabajadores/as
que realizan día a día durante varios años
su labor, demostrando su valía en los grupos más
conflictivos, ejerciendo cada año la labor de tutores,
cambiando cada año de centro educativo, cubriendo las
necesidades de un sistema que al año siguiente prescinde
de él/ella y lo manda a la cola del paro. Sí eso
es acoso laboral, un acoso que no es físico pero que
como en el caso del buylling, el maestro/a es agredido/a en
su dignidad laboral y personal, cuestionado/a en unas capacidades
una y mil veces demostradas en el día a día del
aula y en los aprobados de oposiciones cada dos años,
socavando su autoestima desde las administraciones educativas
que no cooperan en aplicar una solución cien veces demandada,
en resolver un problema por ellas creado debido a su cicatería
presupuestaria y mala gestión de personal y recursos,
el interino/a es infravalorado/a entre sus iguales pues cada
dos años debe pasar una prueba que no demuestra más
que sus años de trabajo y su práctica diaria;
siendo esos mismos compañeros/as quienes le valoran en
función de unas pruebas subjetivas, desiguales e injustas,
modificando de esta manera sus relaciones sociales pues no puede
disfrutar de una vida familiar sana ni estable, provocando frecuentemente
problemas de estrés o depresión. Despojado de
su derecho a un trabajo DIGNO, pues no hay dignidad en la inestabilidad
de todo tipo en que convierten su vida, tanto laboral como social.
Este acoso continuo y premeditado, constante y negociado entre
las administraciones educativas y los sindicatos tradicionales
también tiene un nombre anglosajón: “mobbing”.
Este acoso es motivo de denuncia laboral en este sentido, existiendo
ya sentencias firmes para atajarlo en las empresas y administraciones
públicas. Es por ello que entendemos justificado y animamos
a que se emprendan acciones legales para acabar con este acoso
al colectivo educativo interino extremeño y nacional,
más aún teniendo en cuenta que a colectivos semejantes
como el de sanidad se les buscó una solución y
que desde PIDE y otros sindicatos interinos se ha presentado
un plan de solución beneficioso para todas las partes
a nivel nacional y estatal (Informe Ariño) y no ha sido
aún estudiado ni respondido. BASTA YA. Nuestra Educación
Pública no puede continuar así, aportémosle
DIGNIDAD entre todos y todas, pero ya, ahora, para todos y todas.
La sociedad lo agradecerá y nuestros hijos e hijas más
aún.

Fernando
Cabrero Rubio.