Si
la realidad fuera cuestión de silogismos, si la lectura e interpretación
del complejo texto de la realidad tuviera el sentido unívoco
y lógico del silogismo, cualquier ordenador podría hacer las
veces de gobernante, de profesor. Estarían de más no sólo las
instituciones sino las personas que engrasan la máquina institucional.
Un ordenador por cada dos habitantes solucionaría todos y cada
uno de los conflictos. No sólo los privados -las desavenencias
conyugales, pongamos por caso- sino los públicos, aquellos que
atañen a la interpretación y aplicación de las normas. No hay
juez más imparcial, ni más implacable que un ordenador. Hagan
algún examen de matemáticas o de gramática en un ordenador.
Carente de mano, no la levantará ni un ápice. Verdadero o falso,
sin matices. El bien y el mal al alcance de cualquiera sin más
remordimientos. Tal vez sea por esta tendencia a reducirlo todo
a silogismos por lo que incluso la tostada diplomática de la
guerra en Irak que se chamusca a fuego lento en Europa se ha
convertido en una cuestión de buenos y malos, conmigo o contra
mí. Los silogismos no permiten medias tintas. Pero no voy a
ponerme ahora en plan solidario a argumentar contra una guerra
que no comparto. Soy de la opinión de que la solidaridad -más
que de lustre y galería- ha de ser de vecindario y ando embarcada
en guerras más de aquí, del suelo que piso y el día tiene veinticuatro
horas todo lo más.
Mi
guerra, como todas las guerras -bendito sea el artífice que
así las hizo- es una guerra interina porque no hay mal que cien
años dure. Confío en que esta manía de interpretar la realidad
en base de silogismos no dure tampoco mucho aquí en Extremadura
y espero que estas líneas ayuden a cortar las alas y la vitalidad
de tan absurda tendencia.
En
los últimos tiempos, y lo son de autonomías y de esquizofrenias,
la realidad en Extremadura, la lectura de lo que sucede en Extremadura,
suele hacerse con demasiada frecuencia con la lógica aplastante
de un silogismo, uno de aquellos tan caros a los filósofos enredados
en juegos de palabras y conceptos, y enfangados en el pensamiento
con acné de los bachilleres. «Los hombres son mortales. Sócrates
es un hombre. Luego, Sócrates es mortal». Más de uno empieza
a pensar que para ese viaje no se necesitaban alforjas. Si la
realidad educativa es puro silogismo, los hechos en ningún modo
podrán salirse por la tangente. Dos chicos por ordenador y que
se las compongan las neuronas con los electrones, por poner
un ejemplo en boga en estos días. La hipótesis de que calidad
rima con estabilidad en educación parece que toma fuerza en
los últimos razonamientos esgrimidos por la Consejería de Educación.
Lo que nos desconcierta es la derivación del silogismo hacia
dos conclusiones contradictorias. Sea porque no conocemos el
término intermedio que permite la inferencia. Sea porque el
silogismo tiene doble lectura y, entonces, una de las dos no
es verdadera siguiendo las estrictas reglas de la lógica, si
son estas las reglas en juego. Por un lado tenemos que la Consejería
no firmará el plan de estabilidad del colectivo de docentes
interinos propuesto por el sindicato PIDE porque «atentaría
contra los principios de igualdad, mérito y capacidad». Por
el otro sostiene que la oferta masiva de plazas de empleo público
docente «garantiza la estabilidad del profesorado interino»
a la vez que «respeta los principios de igualdad, mérito y capacidad».
O sea, que sacadas las plazas que ahora ocupan los interinos
a oferta pública, en las oposiciones de Primaria de 2003, los
maestros interinos se convertirán en estables funcionarios o,
lo que es lo mismo, que no serán los tribunales los que decidan.
Mienten y lo saben. ¿Se guardan, por azar, un as en la manga?
«56 delegados de los 64 posibles» están de acuerdo con una oferta
de empleo público que no les afecta (CSIF, ANPE, CCOO, UGT)
y cuya promesa electoral de estabilidad en el programa electoral
nadie se molestará en reclamar salvo PIDE. ¿Será acaso que después
de celebradas las elecciones sindicales -pese a la resolución
de los laudos y la sentencia del Tribunal de lo Social a favor
de PIDE- aún piensan revocar los 8 delegados de esta formación
sindical? ¿Es por ello que son «posibles» y no reales? Ya veo
en qué paran los juegos de silogismos y el escrupuloso respeto
de la igualdad, el mérito y la capacidad. En estadísticas. «El
90% de los aprobados fueron interinos» ¿de qué comunidad autónoma?,
«el 80% contaban con experiencia docente» ¿en Andalucía? ¿en
Galicia? ¿en Castilla?… «Desde el aire, una voz sin rostro
demostró, / a fuerza de estadísticas, que era justa una causa»
(W.H. Auden). No conozco ninguna empresa que tire a sus empleados
a la calle año tras año con la excusa de que no aprueban un
examen cuyos criterios de evaluación no son públicos ni objetivos.