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R
de «evolución»


01/12/2014 Alfredo Aranda Platero
Vicepresidente del Sindicato PIDE

Revolución,
del latín «revolutio», es un cambio social permanente
y profundo con respecto al orden establecido, llevado a cabo por
un conjunto personas que cuentan con el apoyo del pueblo, que
harto de la dominación imperante y del abuso institucional
les brida su apoyo moral y acompañamiento para que el cambio
sea posible. La revolución sindical que supuso la aparición
de PIDE, en 1999,
hace 15 años, sigue hoy con más fuerza, si cabe,
y con más ímpetu que nunca. Los docentes necesitan,
claramente, un sindicato exclusivo de la enseñanza pública,
dado que las organizaciones sindicales tradicionales tienen sus
intereses divididos entre lo público, lo concertado y lo
privado. Dice la sabiduría popular que «quien mucho
abarca, poco aprieta» y es que defender lo público
no es compatible, en la mayoría de los casos, con la defensa
de lo concertado y/o de lo privado (al menos en lo referente en
el ámbito educativo), de ahí la incongruencia en
la que caen algunos sindicatos tradicionales.

Por
otra parte los millones de euros que reciben los sindicatos tradicionales
desde las Administraciones públicas, e independientemente
del signo político del gobierno de turno, suponen un obstáculo
para el ejercicio libre del sindicalismo. En este escenario los
sindicatos que no vivimos de subvenciones y que defendemos exclusivamente
a un colectivo (educación pública en el caso de
PIDE) tenemos libertad
para enfrentarnos al poder político sin ambages.

Un
sindicato, ya lo dice la RAE en su definición, tiene que
defender los intereses profesionales, económicos y sociales
de los trabajadores. Este objetivo se frena en seco cuando los
sindicatos empiezan a funcionar como apéndices del poder
o como simples opositores, dependiendo de color político
del gobierno.

La
aparición de sindicatos profesionales como PIDE,
cuya voluntad no está supeditada a ningún gobierno,
es una realidad incómoda para las centrales sindicales
tradicionales que acostumbran a monopolizar todo lo sindical.
Los sindicatos profesionales, es decir aquellos que se centran
en la defensa exclusiva de un colectivo o de un sector, consiguen
mejores resultados dado que no tienen su interés dividido,
sino condensado en unos objetivos muy definidos. «No se puede
nadar y guardar la ropa» reza un viejo dicho popular, y es
que la defensa, por ejemplo, de la educación pública
y su extensión al mayor número de ciudadanos, choca
con la defensa, que algunos sindicatos hacen, de los centros concertados
y/o privados. A mayor número de conciertos educativos,
menor cantidad de enseñanza pública, esta realidad
es incontrovertible; por eso PIDE,
estableció hace 15 años una máxima: «Solo
Pública». En Finlandia, ese paradigma educativo al
que todos miran, el 98% de la educación es pública,
sin embargo, en España, la tendencia es ir concertando
cada vez más, le que constituye una agresión al
sistema público de enseñanza, que es el único
garante de la igualdad de oportunidades.

Cuando
un sindicato se convierte en una estructura de poder, en un cinturón
de protección de la Administración o en una empresa,
asistimos, por ejemplo y con asombro, al despido de trabajadores
de algunos sindicatos, que aplican EREs a sus propios trabajadores
al tiempo que se movilizan contra la reforma laboral. O vemos,
atónitos, que mientras cientos de familias son desahuciadas,
algunos consejeros y ejecutivos de cierta caja de ahorros (entre
ellos algún miembro sindical) se daban la vida padre con
tarjetas opacas. Y si por aquí tenemos los EREs y las tarjetas
opacas, por allí tenemos el fraude de los cursos de formación
o las facturas falsas. Es evidente que los sindicatos tradicionales
necesitan una auditoría financiera, pero también
moral; una limpieza interna que acabe con las malas prácticas
y lleve al «nacimiento» de un sindicalismo nuevo. Los
militantes de base y los delegados currantes deberían exigir
a las estructuras organizativas un cambio de rumbo hacia la absoluta
transparencia. Espero que así sea por el bien de todos.

Reivindicamos
un sindicalismo limpio, no subvencionado, que acepte en el entramado
sindical la presencia de sindicatos profesionales que, como PIDE,
trabajan con el objetivo claro de la defensa de la educación
pública. Una colmena sindical donde los sindicatos profesionales
tengan su espacio y cuya obligación primera sea velar por
los trabajadores y enfrentar la mejora de todos los sectores que
conforman la estructura social y profesional del Estado
.

El
periódico de Extremadura