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«La
vía ciudadana»


15/03/2015 Alfredo Aranda Platero

Asistimos
los últimos días al espectáculo bochornoso
de políticos comparando sueldos y demás posesiones
terrenales, un “a ver quién la tiene más grande”
pero en la versión contraria: “a ver quién
la tiene más pequeña”. Pretenden con ello
demostrar su honorabilidad, su honradez, su integridad, su decencia…
necios, se piensan que somos estúpidos. No estaría
mal que comparasen sus ingresos en “b”, sería
más entretenido. No deja de ser una bochornosa lucha de
egos. El ínclito Alejandro Jodorowsky considera, acertadamente,
que el ego es la mayor de las mentiras y de ellas nuestros mega-políticos,
que no los otros, están bien nutridos.

La
regeneración política es una necesidad, la estructura
actual de funcionamiento de nuestra democracia está agotada
y nos ha agotado a todos. Se necesita una revisión de la
democracia para adaptarla a las necesidades del ciudadano, a sus
libertades fundamentales. Hay que establecer medios para limpiar
la sociedad de corruptos, trepas, panaguados, lameculos…
todo un elenco de sanguijuelas insaciables que han llevado al
Estado a una situación comatosa que puede llegar a ser
irreversible. ¿Y cómo se lleva a cabo esta regeneración?
Está claro que con voluntad política y sentido de
Estado, por tanto aciago futuro nos espera. Será la ciudadanía,
entonces, quien tenga que salir a la calle las veces que sea necesario
e ir subiendo la intensidad de su protesta hasta desembocar en
un cambio real del sistema. ¡Democracia real ya! es uno
de los gritos de lucha que dio nombre a la Plataforma que arrastra
conciencias por las calles de toda España, movimiento que
participó activamente en lo que se llamó –y
se llama– “El 15M”, paradigma de movilización
social por hartazgo contra un sistema de funcionamiento político
corrupto, insensible, injusto, viciado por los tráficos
de influencias, las financiaciones ilegales, los regalos interesados…
Será la ciudadanía la que tire del carro, organizaciones
como la marea verde, la marea blanca, los aceptados por las hipotecas,
el colectivo 15M, y un largo etcétera de organizaciones
–cientos– están en permanente actividad reivindicando
una nueva conciencia, un renacimiento, una democracia real.

En
engaño bancario de las participaciones preferentes, el
dinero sucio en paraísos fiscales de responsables políticos
y empresarios; los permanentes abusos, patrocinados por los poderes
fácticos, de las compañías eléctricas
y de las comercializadoras de gas (indisolublemente unidas); los
desahucios de familias enteras mientras que con dinero público
se rescata a la banca que, a su vez, permite la dación
en pago a las inmobiliarias pero no a las familias. El catálogo
de abusos con permiso del poder ejecutivo es amplio y demuestra
que los ciudadanos son como esclavos contemporáneos exprimidos
hasta el tuétano para mantener todo este entramado miserable.

La
lista de presuntos corruptos se hace interminablemente dolorosa.
Y no sólo políticos, también banqueros y
empresarios (y no sólo). La obscenidad más absoluta
se ha instalado en la normalidad del devenir de los días,
tanto es así que los corruptos se mueven con aire digno,
como si no fuera con ellos, como si sus corruptelas fuesen habituales
en la curia política y empresarial. Ninguno entona el mea
culpa y todos esperan a que pase el temporal para retomar su actividad
y lo que es más doloroso, algunos de ellos volverán
a ser candidatos políticos y obtendrán miles de
votos.

Toda
una caterva de “ilustrados” “profesionales”
de los medios se afanan en defender a unos y otros, depende el
color político, con verdadera pasión de forofo.
¿Cómo se puede explicar que haya corruptos en la
calle y Jueces amordazados e incluso condenados por destapar tramas
de corrupción organizada? ¿Cómo se puede
defender a alguien que roba de las arcas públicas? Pues
sí, los defienden en editoriales, en debates televisados,
en tertulias radiofónicas… Con artículos y
argumentos tendenciosos insertados en todo tipo de soportes periodísticos
sus prosélitos los defienden. Utilizan su libertad de expresión
para condenar a los inocentes, a los ciudadanos presos de un sistema
que los excluye de la justicia.
Los gobiernos –el actual y el anterior– parecen cómplices
de los corruptos porque los avalan, los defienden, los esconden,
los tapan, los encubren, los justifican, entorpecen las investigaciones
policiales y judiciales… La respuesta que dan, sin rubor,
ante la exposición pública de sus miserias es el
“tú más” dirigido al adversario político;
intentan justificar sus casos de corrupción con la corrupción
de otros, semejante majadería sólo demuestra la
falta de estatura intelectual de los mega-políticos que
nos han tocado en suerte. Reúnanse, señores del
gobierno y de la oposición, y acaben con la corrupción,
establezcan medidas radicales para luchar contra los corruptos.
¿No será que nuestros políticos-estrella
no se fían de sí mismos y temen terminar cayendo
en la tentación del dinero negro, y por eso articulan mecanismos
de escape por si llega el caso? Legislen de forma preventiva (escuchen
el clamor popular) y salven al país del podrido presente
que vivimos y del aciago futuro que nos espera.

HOY