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«La
quimera del bilingüísmo»


& El analfabeto bilingüe

24/11/2014 Alfredo Aranda Platero
Vicepresidente del Sindicato PIDE

El
bilingüismo es la capacidad de un individuo para comunicarse
en dos lenguas de forma independiente y alterna, es decir, con
la misma eficacia. No se trata de tener un dominio nativo de las
dos lenguas –o sí, si nos referimos a un bilingüismo
real–, pero, como mínimo, que haya una práctica
alternativa y fluida de las dos lenguas. Circunstancias muy concretas
coronan con éxito este logro: hijos de matrimonios internacionales,
hijos de diplomáticos que han estado escolarizados en diferentes
países, niños que crecen, en definitiva, en familias
y ambientes bilingües, y solo las escuelas donde se escolarizan
este tipo de alumnos ofrecen una educación, hoy por hoy,
verdaderamente bilingüe. Los demás alumnos y escuelas,
podrán etiquetarse como bilingües pero no dejará
de ser una aspiración frustrada; reconozcámoslo
y empecemos a organizar la enseñanza del inglés
(u otros idiomas) con la misma dedicación que cualquier
otra enseñanza.

No tiene mucho sentido enseñar a un niño el proceso
de la digestión o las guerras púnicas en inglés.
¿Se pretende motivar a los niños a través
de contenidos que ya en español pueden resultar pesados?
¿Acaso en las escuelas de idiomas, en los métodos
del First Certificate, en el aprendizaje natural por contacto
social hay contenidos tediosos de Conocimiento del Medio? ¿Acaso
a los alumnos inmigrantes que aprenden español en las aulas
de inmersión lo hacen aprendiendo complejos temas de Física,
Química o Naturaleza? ¡Eso viene después,
cuando saben español! Por tanto, ¿qué sentido
tiene impartir una sesión de Ciencias Naturales o Ciencias
Sociales en inglés a escolares que no dominan dicho idioma?
Al final, ocurre que el profesor que imparte la sesión
en inglés baja el nivel de contenidos de la materia hasta
límites vergonzantes para que el escolar entienda un par
de cosas. Puedo concluir, sin temor a equivocarme, que la hora
de Naturales pasa a ser una sesión más de inglés
tradicional; de Ciencias, nada de nada. ¿Esto los saben
los padres? Este tipo de enfoque del bilingüismo puede conllevar
el advenimiento de alumnos “analfabetos bilingües”
(en el mejor de los casos), sin embargo, a los mandamases, les
importa un carajo que así sea; lo que impera es el recorrido
mediático del asunto bilingüe.

Todo lleva su tiempo. Igual habría que
reflexionar sobre la extensión de la educación bilingüe
antes de lanzarse al vacío. Sin duda que el aprendizaje
de idiomas es una necesidad y hay que potenciarlo, pero sin perjudicar
al resto de materias que conforman la educación integral
del alumno. Otras opciones no han sido tenidas en cuenta: laboratorios
de idiomas y profesores nativos en todos los centros, campamentos
de inmersión lingüística, etc. Todo parece
indicar que hay prisas en ponerse una medalla –la de la
extensión bilingüe a todo el territorio nacional–
que hinchará más el ego de los ingleses que la competencia
curricular de los alumnos españoles.

Ya pasó con los ordenadores, el PSOE extremeño
nos los metió con calzador. Igual le dio la opinión
de los docentes, buscaban el titular de prensa como instrumento
político; asegurarse de que la sociedad los viera como
adalides de la escuela pública (mientras seguían
metiendo, sin freno, dinero en los centros concertados). Se gastaron
una millonada en ordenadores de sobremesa, en pupitres adaptados
para ubicar teclados, CPU y monitores y en todo tipo de dispendio.
Les dijimos hasta la extenuación que los ordenadores se
quedaban obsoletos, que los profesores preferían aulas
de informática bien nutridas y con atención técnica,
que los profesores decían que cuando no utilizaban el ordenador
(la mayor parte del tiempo) el tinglado de monitores, mesas adaptadas
y clavadas en el suelo les estorbaban… nada les hizo moverse
un milímetro de su intención derrochadora, ni siquiera
se pararon a reflexionar. Finalmente los ordenadores dentro del
aula fueron un incordio: era imposible que todos funcionaran al
mismo tiempo, imposible impedir el tuneo de los monitores por
parte de los escolares, difícil aprovechar una clase cuando
se decidían a encenderlos, se quedaron (como ya avisamos)
obsoletos… ahora toca volver al inicio, arreglaron las mesas
adaptadas para dotarlas de normalidad, y se olvidaron del dinero
derrochado.

Con el idioma pasa lo mismo: el PP quiere ondear
la bandera de ser pioneros en la extensión del bilingüismo
por todos los centros, incluidos aquellos que tienen un verdadero
problema de nivel curricular y donde los niños bastante
tienen con aprender a leer y escribir en español, y con
adquirir las reglas matemáticas básicas para realizar
cálculos y comprender los fenómenos relacionados
con las diversas ramas de la ciencia.

En el fondo de todo, seamos claros, subyace aquello
de que “el esclavo está obligado a aprender el idioma
de su amo”. EEUU, cabeza de los países de cultura
anglosajona, e Inglaterra como miembro fundador y honorario del
mismo grupo, se sienten, por su poder económico y militar,
por encima del resto de países. Y el resto de países
acepta su papel subsidiario. De hecho para los ingleses aprender
otro idioma es “tan útil como aprender a tocar el
piano” (dice Steve, de 25 años y natural de Swindon,
según lo publicado en http://www.cafebabel.es). Por aquellas
tierras, de entre las diez primeras asignaturas cursadas por la
mayoría de alumnos de Secundaria no están los idiomas
extranjeros (y por supuesto que el bilingüismo dentro de
las aulas por aquellos lares, ni se conoce ni se le espera).


al aprendizaje de idiomas, sí a la informática.
Sí a las Ciencias Sociales, a las Ciencias Naturales, a
las Matemáticas… sí a la lengua de Cervantes
como vehículo insustituible para alcanzar la excelencia
en todas ellas. Sí a la despolitización de la educación
y al acuerdo de Estado para potenciar una educación integradora
y eficaz. No a los políticos cegados por la ideología,
contaminados de despotismo e incapaces de tratar temas de Estado,
como la Educación, con la altura de miras necesaria para
advertir que la Educación vertebra a toda la sociedad y
no a una parte.

HOY