Blog PIDE
«La burocratización de la enseñanza«
16/10/2021
Alfredo Aranda Platero, Vicepresidente PIDE.
Siempre pensé que una educación libre de burocracia y centrada en la docencia era posible; pero no, es solo una quimera, una ilusión frustrada, porque la realidad es otra bien distinta. Es la burocracia la que todo lo emponzoña: el papeleo, los trámites, las normas, actas, planes, formularios, proyectos y un kilométrico etcétera sepultan a los docentes y los aleja de su primigenia labor.
El proceso de enseñanza-aprendizaje tiene un poderoso y enrevesado enemigo: la burocracia. Piensan las autoridades educativas que este tedioso trabajo, meramente administrativo, que realizan los docentes es necesario para establecer un control sobre el funcionamiento de los centros, pero lo que consiguen es que la acción educativa pierda calidad. Nuestros gestores educativos prefieren, inexplicablemente, que los docentes dediquen más tiempo a papeleos abrumadores que a sus alumnos; lo que supone una grave irresponsabilidad por su parte, dado que están desnaturalizando la labor docente.
Me decía, no hace mucho tiempo, una directora de un colegio que la inspección la presionaba para que pusiera en funcionamiento el programa «aula del futuro» y que tenía bastante jodido el presente como para ahora pensar en aulas del futuro, que no daba abasto con más planes y programas, que vivía en una perenne angustia por todo el entramado burocrático en el que estaba atrapada.
La gota que colma el vaso es el plan de igualdad, que mantiene a los equipos directivos con el agua al cuello. Al margen de que la necesidad de dicho plan esté justificada, la carga de trabajo ímprobo que conlleva y la presión que se está ejerciendo a los centros, desde Jefatura de Servicio de Innovación y Formación del Profesorado, para su desarrollo está provocando un profundo rechazo que bien pudiera desembocar en una negativa de los centros a desarrollar este y a otros planes.
La consejería de educación, alejada de la realidad, asedia con todo tipo de tareas no docentes a los profesores que, sin tiempo y sin reconocimiento, están cada vez más cansados y hartos de la situación insostenible en la que sobreviven.
Muchas de estas labores no docentes los profesores las realizan fuera de su jornada laboral, lo que además de ser un abuso les quita tiempo para centrarse en lo que verdaderamente importa: la docencia directa con los alumnos y la búsqueda y adaptación de estrategias educativas para favorecer el aprendizaje.
Las autoridades educativas demuestran una peligrosa ignorancia y una tozudez que se me antoja incurable por su persistencia, que hace que la incertidumbre más turbadora se cierna sobre el futuro de la educación.
Es imprescindible contratar al personal necesario de Administración y Servicios en todos los centros educativos. Hay muchas tareas administrativas y burocráticas que las podrían realizar dicho personal para descargar de ese trabajo a los docentes, cuya principal labor debería ser la enseñanza.
Ya de por sí el trabajo de los docentes es denso, como para cargarles con más tareas, pues no solo transmiten conocimiento, sino también valores necesarios para logar ciudadanos respetuosos y con espíritu crítico. Para lleva a cabo su labor tienen que programar y establecer estrategias, así como evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje, atendiendo a las características individuales de cada alumno.
Los docentes están al albur de los vaivenes normativos y del empecinamiento de las autoridades educativas de implementar todo tipo de experimentos, planes y proyectos, sin dotar a los centros de mecanismos para poder afrontar la carga burocrática que conllevan. Trabajar en este ambiente de estrés socava la motivación necesaria para que un docente desarrolle su labor con la eficiencia adecuada. Si a esta turbadora realidad le sumamos la presión que ejerce la inspección educativa para que se cumplan con los plazos estrictos y normalmente cortos, en la entrega todo tipo de documentos, los docentes se sienten asfixiados. Toda esta rigidez administrativa, todas estas formalidades superfluas y todos estos trámites laboriosos lo que demuestra es que estamos antes una administración deshumanizada que desconoce la realidad de los centros y que pone a la labor docente ante el abismo.